martes, 25 de agosto de 2009

LA GERENCIA ESPIRITUAL.

¡BIENVENIDA LA GERENCIA ESPIRITUAL!
Por: Iván Mazo Mejía
Definitivamente los modelos administrativos tradicionales han tocado fondo. Ya era hora de evolucionar un modelo gerencial, que fragmentada abierta y considerablemente la integridad del hombre frente al trabajo. La cultura empresarial occidental, durante mucho tiempo, le ha rendido culto a la cultura del TENER, negando la existencia de la cultura del SER; o, en el mejor de los casos, dejándola casi en el ostracismo.
La cultura del tener ha gobernado la vida de nuestras empresas por demasiado tiempo y es necesario reconocer, de una vez por todas, que prolongar la vigencia del modelo tayloriano es la mejor manera de iniciar la obsolescencia organizacional de cara al siglo XXI. A la cultura del tener le debemos muchísimos aciertos que, a su debido tiempo, fundamentaron el desarrollo empresarial.
Pero, cuidado, que esos mismos aciertos del pasado hoy puede ser la puerta abierta para males muy grandes que pueden llevarnos al estancamiento, no sólo de la empresa, sino de la humanidad. No se necesita tener una bola de cristal para darse cuenta de cómo esas viejas creencias ya empezaron a ahogar el contexto empresarial, y es necesario recordar que una muerte por asfixia es lenta pero bastante penosa. La cultura del tener no es nociva en sí misma: los planes de expansión empresarial al estilo Carlo Magno, tipo IBM o AT&T, la ambición desmedida, el afán de poder y la actitud de poseer sin límites otrora era toda una misión gerencial de primer orden digna de la más sana admiración. Las empresas siempre quisieron crecer sólo para ser más poderosas, es decir, su solidez ha estado representada en su poder económico y en el dominio de mercados.
Para asegurar el éxito de este contexto, la participación del hombre ha sido excesivamente técnica: expertos del conocimiento técnico y científico desde la gerencia hasta la máquina. Por ello, el triunfo a lo largo y ancho del mundo le han pertenecido a las organizaciones que han sido obsesivas en la capacitación técnicocientíica; personal mejor capacitado en estas áreas visibles ha significado mayor competitividad. Las empresas entonces, se dedicaron a explotar un solo filón del hombre, el ténicocientíico, separádolo de su esencia espiritual ya que ésta no le aportaba mayor cosa a ese modelo productivo.
Esto significaba que este desarrollo empresarial le ha rendido culto a un componente: el intelectual. La empresa siempre ha desconocido la inteligencia integral del hombre. La empresa jamás se ha percatado de que el componente espiritual del hombre es el que le da posibilidad de existencia, profundidad, claridad y solidez al intelecto que, carente del fuego interno del espíritu, resulta vacío, frío, calculador, incompleto y extremadamente superficial.
La inteligencia centrada en el intelecto puro sólo puede hacer posibles resultados de tipo racional medibles y cuantificables, ya que su función es el anáisis de las condiciones racionales de un contexto determinado, lo que nos lleva a concluir que la visión de tipo racional es limitada, no contempla el elemento PERSPECTIVA como un componente serio, definitivo para el éxito gerencial integral.
La visión profunda es propia de la inteligencia espiritual, aquella que se origina en el interior del hombre como producto de una continua reflexión que abarca todas las partes y no sólo las que constituyen la racionalidad.
Es necesario darle integralidad al concepto de espiritualidad.
En primer lugar, digamos que no tiene que ver nada con mítica, tampoco con ritos, ni contiene elementos de tipo religioso; la espiritualidad es la esencia del hombre, constituida por su conciencia pura, es la integridad total del ser en toda su dimensión, es la más grande expresión natural del carácter único que no permite fraccionamiento, ya que perdería todo su poder universal; la espiritualidad es el ejercicio de la inteligencia plena y absoluta; la máxima expresión de la persona proviene del uso óptimo y de la conciencia que tenga del poder de su inteligencia integral. Por lo anterior, no puede resultar extraño que, si una empresa cultiva en sus miembros toda manifestación inteligente que contenga un alto grado de conciencia, dicha empresa tendrá más poder en todo su entorno.
Las organizaciones más competitivas ya empezaron a sembrar en su interior el fuego de la espiritualidad. Con acierto han comenzado a reconocer la necesidad de administrar personas con sus sentimientos y emociones incluidas; en nuestro medio, cada vez son más las compañías interesadas en educar desde la calidad de vida de su gente.
Conozco muchas empresas preocupadas porque las personas se proyecten desde su interior, es decir, desde su espíritu, ya que esto garantiza mejor la calidad de vida como prerrequisito para el trabajo en equipo, modalidad que se impondrá sobre el desempeño individual.
Es una realidad la transformación de la administración del trabajo: de un modelo basado en la jerarquía y el poder, centrado en establecer el orden, el control y la normatividad, a un nuevo modelo cuyo objetivo gerencial está encaminado a superar el desempeño, no sólo a mantener la buena ejecución operativa de una tarea; para este fin, lograr el compromiso total de la persona es el gran reto gerencial y éste sólo se obtiene inspirando su vida que es la que le da sentido y proyección al desempeño.
Es fundamental reconocer que el éxito en los mercados hoy, no sólo dependen de un nivel de rendimiento sobresaliente, sino además de un compromiso profundo de las inteligencias puestas al servicio de la productividad, transformando y construyendo un nuevo orden competitivo. Pero recuerde que aspectos fundamentales para gerenciar hoy, como son inspirar la vida de la gente, lograr compromiso profundo, establecer una alta dosis de confianza, promover una vida de calidad y muchos otros aspectos de esta índole, no pertenecen al mundo de la administración tradicional o típicamente racional.
Se acabó el orden productivo centrado en la cultura del tener con un modelo gerencial que, en primera instancia, fue útil y necesario, pero que transcurrido un tiempo, empezó a causar estancamiento y deterioro, que posteriormente se volvió débil e incompleto ante los nuevos y exigente elementos que constituyen una gestión realmente moderna y productiva. Por fin fueron derrotados definitivamente los resultados mentirosos del cortoplacismo que pretendían suplantar el equilibrio real de la verdadera esencia productiva; emerge EL HOMBRE, como centro de la producción empresarial y; con é, nace la GERENCIA ESPIRITUAL, valga decir, la gerencia del compromiso integral y profundo, o la gerencia centrada en el SER, como una nueva forma de vida, como un modelo administrativo sobre el que se
Fundamentará en adelante el crecimiento equilibrado y equitativo de todas las fuerzas organizacionales.
La GERENCIAL ESPIRITUAL, es la administración del SER. Parte de valorar la esencia del hombre, que está construida por elementos puramente ÉICOS; las mejores empresas nos está demostrando que la ética sí genera utilidades y que el respeto por el ser humano en el escenario abierto del trabajo es la raí nutriente de los mejores resultados empresariales.
Me impresionó escuchar al líder gerencial Jan Carlson cuando dijo: “as empresas hoy deben administrar con un nuevo elemento llamado AMOR, y en administración el amor está constituido por tres elementos: RESPETO, CREDIBILIDAD Y CONFIANZA” Leyendo al industrial coreano Kim Woo Chong, creador de imperio Daewoo, también aconseja sobre los grandes logros empresariales fundamentados en el dar y compartir integralmente todos los destinos empresariales; así mismo, algunas corporaciones han empezado a proyectar la renovación organizacional por toda la compañía, preocupándose fuertemente en que su fuerza laboral esté enterada del negocio (gran secreto para la administración tradicional), a estimular la participación de todos, a compartir las utilidades y hasta participar en la bolsa accionaria.
Alguna de ellas son: General Foods, General Motors y Cummins Engine. Muchos elementos de estos modelos le está abriendo el camino a la gerencia del SER.
Hasta hoy hemos gerenciado el quehacer, los resultados cargados en extremo de operatividad, y esto ha hecho que nuestra dirección se base en el excesivo control, en alta presión que en muchísimos casos es un evidente irrespeto a la dignidad del trabajo; es frecuente escuchar a las gerencias pedir presión, ejercerla y decirle que la gente, si no es con “mano dura” no funciona. Siempre se ha dicho que no se debe gerenciar con el corazón; sin embargo, hoy cada vez más gerentes está reconociendo la urgente necesidad de colocarle más  corazón a la gerencia. Es muy común en nuestro medio el gerente que actúa como un “VIGILANTE CALIFICADO” El gerente de mantenimiento que justifica su cargo por medio del control obsesivo, la normatividad carente de flexibilidad y la presión permanente, aspectos todos estos que debilitan, envilecen y frustran las mejores intenciones de un trabajo rico en dignidad, iniciativa, creatividad y respeto.
Actualmente se habla de la gestión empresarial basada en el liderazgo, pero este concepto no se puede asumir sólo de forma, DESDE EL VIEJO MODELO, sin transformar la esencia de los caducos principios gerenciales, cambiando sólo de piel, como la serpiente que deja su vieja piel a la vera del camino pero sigue siendo la misma vieja serpiente. He visto empresas que con las mejores intenciones le ofrecen a sus gerentes cursos de liderazgo sin transformar la concepción gerencial; y como es lógico, su cambio es sólo superficial, efímero y, en muchos casos, hasta nocivo. Esto también lo hacen porque parten de su antigua creencia, es decir, de la necesidad de
obtener resultados inmediatos, entonces también quieren “fabricar” líderes en 20 horas.
El liderazgo puede ser el comienzo de la Gerencia espiritual, siempre y cuando su función esté orientada a la transformación de principios y valores en la vida de la organización. El nuevo papel de la alta gerencia es el de crear un propósito corporativo auténtico, de orden superior, que inspire, alimente y abra el camino de la autoexpresión individual a todos los niveles, como fundamento de una nueva toma de decisiones, tanto operativas como estratégicas.
Esto es mucho más que luchar por los objetivos frías de cada año, que se vuelven compromiso de nadie. Pero, en la gran mayoría de los casos se observa que el liderazgo se orienta a transformar la acción de las personas respecto a la empresa, no a las personas; para esto se crean programas internos de diversa índole, concursos, incentivos de todo tipo y sus líderes son altamente motivadores, pero cuando pasan todos estos programas y el líder por cualquier razón no está motivado, en corto tiempo se regresa a la etapa inicial, desapareciendo lentamente los resultados obtenidos. Un ejecutivo no es líder porque estructure campañas, o porque capacite, o porque incentive constantemente.
SÓLO SE ES LÍER CUANDO SE TRANSFORMA LA VIDA DE LA GENTE Y, A TRAVÉ DE ELLA, SE TRANSFORMA, CRECE Y SE DESARROLLA LA ORGANIZACIÓN. Por tanto la pregunta clave que debe hacerse un buen gerente es, ¿está orientada mi gestión en mejorar la vida de mi gente, a transformarse desde sí mismos? ¿cada uno de ellos se descubre a través de mi orientación?
Considero necesario aclarar el concepto de “mejorar la vida de la vida de la gente” Hasta ahora, este concepto sólo se ha aplicado en términos de la cultura del tener, ya que sostengo que, en general, las empresas no se han ocupado de la vida de la gente, sino que tenga más: mejor casa, mejor vehículo, mejor salario, mejores bonificaciones, más facilidades, mejor salud. En este caso, mejor significa MÁS.
También esta cultura ha hecho que los empleados perciban que una empresa es “buena” de acuerdo con lo que ofrezca de más. Generalmente se mejoran las necesidades básicas de que habla Maslow, pero de ninguna manera la vida de la gente.
La Gerencia Espiritual se ejerce a través del liderazgo centrado en principios y valores, está orientada a que la gente asista al descubrimiento de su propia esencia, es el despertar de un ser nuevo, renovado desde su interior y potenciado para ofrecerle a la organización lo mejor que posee: su espíritu. La inteligencia que yace dormida en el espíritu contiene tal poder que las empresas de la cultura oriental nos han demostrado que con veinte empleados ellos logran mayor productividad que una empresa occidental con cincuenta.
La Gerencia Espiritual parte de una alta valoración del espíritu de la gente, no sólo de su intento, ni de sus habilidades, ni de su suspicacia. En ella, la gente asiste a su trabajo diario con la alegría auténtica que proporciona la integridad del SER, esto lo hace más inteligente para determinar sus responsabilidades desde el compromiso que adquiere con su labor, la iniciativa nace como consecuencia de su auto satisfacción permanente; y, por fin, empieza la creatividad a tener un campo real y verdadero dónde crecer y expresarse a sus anchas; por tanto, he aquí la PRODUCTIVIDAD en toda su real trascendencia.
La Gerencia Espiritual administra todos los elementos resultantes o subproductos emanados del conocimiento puro como valor productivo; éste hace que la alta gerencia se vuelva guía, faro orientador para iluminar la toma de decisiones y su visión hacia el futuro; también hace que exista humildad gerencial y tan necesaria hoy, por sobre todo, desaparece la necesidad de detentar el poder y el orden jerárquico como medios de presión para lograr que la empresa funcione con un alto rendimiento. Es la fuente donde se nutre el espíritu creativo y transformador, por é la gente se toma más comprensible y tolerante, investigadora y además adquiere la capacidad de asumir responsabilidades, es decir, de COMPROMETERSE integralmente. Lo que significa que la gente se vuelva AUTOGESTIONADA, permitiendo que jefes y mandos medios se dediquen a inspirar los valores y los principios generadores de significados que es precisamente donde nace la convicción y la devoción por el quehacer diario; desaparece así de la vida del trabajo cargas tan nocivas como la dependencia, el temor, el control excesivo y otros tantos males que hoy ahogan, desgastan y paralizan la función administrativa. Mire su empresa actualmente y podrá identificar algunas personas que son verdadero ejemplo de compromiso y devoción con su trabajo; ellos nunca hay que presionarlos, ni empujarlos a que den lo mejor; lo hacen con una alegría natural, casi sin esfuerzo; ahora pregúntese cuál es la razón para que procedan de esta manera y usted se sorprenderá escuchando respuestas de orden espiritual: ¡vamos, haga la prueba¡ Por suerte, todos los tenemos aunque `sea una especie tremendamente escasa. En la empresa los llaman privilegiados, suertudos, o exitosos. La verdad es que sí son exitosos, pero su éxito nace en su interior, creen profundamente en sí mismos, son SERES ESPIRITUALES.
Pero, ¡mucho cuidado! El conocimiento puro tampoco es de orden intelectual ni racional; no los excluye, pero sí los trasciende; es el máximo estado de conciencia que le permite a la persona percibir desde el interior de sí mismo y no con referencia al mundo externo, donde sí se percibe el intelecto a través de patrones ya conocido y previamente ordenados; las empresas hoy se administran tomando el conocimiento intelectual y racional como fundamento, lo que origina la falta exagerada de creatividad, originalidad e innovación; en la Gerencia Espiritual el conocimiento espiritual es una excelente herramienta, un medio de gran valor para llevar a cabo la administración espiritual. La gerencia espiritual es educadora, renovadora, creativa y profundamente sensible, tal como es el hombre en su esencia inteligente y productiva. Por todo lo anterior, y con la firme convicción de que el mundo competitivo nos requiere más inteligentes y  más integrados y clamando por un contexto empresarial más autentico, dotado de gerentes mejor preparados integralmente para asumir la enorme responsabilidad que nos depara el futuro, tengo, que decir nuevamente: ¡IENVENIDA LA GERENCIA ESPIRITUAL!
Es imposible pedirles a los gerentes que gerencien los valores cuando menosprecian el concepto de espiritualidad dentro de las empresas. Es más, cuando espiritualidad es un concepto que miran con reticencia, recelo y fastidio. Los valores pertenecen al orden de lo espiritual y no se pueden gerenciar desde el intelecto. Tal vez por esta razón los valores organizacionales pertenecen más al mundo de la teoría de la planeación estratégica que al mundo real de la vida diaria de los directivos y empleados. Si no se gerencia el espíritu jamás podrá entrar en vigencia los valores.

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